Por Blanca Piña Gudiño
Senadora
Cuando en el año de 2013 se aprobó la última reforma educativa neoliberal, el expresidente Enrique Peña Nieto materializaba 20 años de aspiraciones educativas impulsadas por las cupulas empresariales del país. Esa contrarreforma, como la llamó el magisterio nacional, era el último clavo sobre la estabilidad laboral de los trabajadores de la educación y de la visión social y humanista de la escuela mexicana.
La reforma creó el oprobioso Servicio Profesional Docente (SPD), legalizó la participación directa de élites empresariales en la gestión de la política educativa, dotó al extinto Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INNE) de funciones evaluadoras y sancionadoras superiores a las de la SEP, se criminalizaba y sancionaban los proyectos educativos alternativos y se borraba la trascendencia histórica del normalismo rural.
Los artífices de la reforma, como Claudio X. Gonzales, David Calderón, Emilio Chuayffet, el mismo Enrique Peña Nieto, habían calculado una resistencia de algunas secciones de los trabajadores de la educación, pero no se imaginaron que la reforma ocasionaría una insurrección magisterial que prácticamente socavó al sexenio peñista.
En todos los estados de la república, desde Baja california hasta Chiapas maestros y maestras, normalistas y comunidades emprendieron una resistencia por la defensa del espíritu popular del Sistema Nacional de Educación. Secciones sindicales tradicionalmente alineadas con el institucionalismo sindical como la 65 de Veracruz, la 12 de Durango o la 28 de Sonora, se movilizaban al unísono con la disidencia histórica de la CNTE, que era encabezada por las secciones XVIII de Michoacán, la XXII de Oaxaca o la 57 de Chiapas, para exigir la abrogación de la reforma educativa.
La resistencia magisterial obligó a que la política represiva del viejo PRI se hiciera presente. La virulencia con que se violaron derechos humanos de comuneros y maestros en Nochixtlán en el 2016, solo fue una muestra de que el gobierno peñista estaba dispuesto a todo para mantener los proyectos empresariales en la educación. La salida de Emilio Chuayffet de la SEP y la asunción de Aurelio Nuño, mostraba que la respuesta del peñismo sería la mano dura y sádica. Con Nuño a la cabeza, las encarcelaciones, detenciones, asesinatos y los saldos de la feroz campaña de desprestigio y denostación contra el magisterio eran las notas diarias sobre el sector educativo.
La lucha contra la reforma educativa tuvo una trascendencia más allá del ámbito educativo. Analistas y especialistas en ciencia política concuerdan que la insurrección magisterial, así como el caso de los 43 de Ayotzinapa, fueron las causas fundamentales del deterioro del Nuevo PRI, que había regresado a la presidencia de la república después de 12 años. De esta forma fue como la lucha magisterial contribuyó para el ascenso y triunfo de nuestro presidente en el 2018, Andrés Manuel López Obrador y el comienzo de la 4T. No es casual la estima del presidente al magisterio nacional, que claramente ha reconocido el papel democratizador de la CNTE, tampoco es casual que muchos militantes de base de la 4T sean maestros y maestras.
¿Dónde estaba Mario Delgado, próximo secretario de Educación del país, en esas gestas de patriotismo y resistencia a muerte contra el neoliberalismo?
Mario Delgado oficialmente ocupaba el cargo de Senador por el PRD y desde su curul operó a favor de la reforma peñista, defendió la evaluación punitiva y cínicamente, ante una represión desencarnada contra el magisterio, invitaba a las y los maestros a que se abrieran al diálogo.
Para que las aspiraciones educativas de la 4T avancen y la Nueva Escuela Mexicana se consolide, la titularidad de la SEP requiere a un educador, un hombre o mujer comprometido con el principio de que educar es sembrar en cada hombre y mujer, niño y niña el amor a la justicia, el respeto al pueblo y la dignidad humana. No es una buena señal que el heredero de José Vasconcelos sea un hombre pragmático, un operador político que difícilmente entiende el significado histórico que tiene la noble labor de educar a un pueblo.