Por Jaime Esparza
Ahora, no seré yo quien narre este glorioso evento histórico transcurrido en tierras chinicuilenses. Ofreceré totalmente el mérito a quien lo investigó, escribió y publicó. Me concretaré a transcribir el capítulo correspondiente, porque considero es una valiosa aportación a la memoria de Michoacán y del país, poco conocida y por tanto, no ha sido suficientemente valorada.
Se trata pues, de un fragmento del libro titulado Suroeste Michoacano, escrito en 1953 por mi padre Anastacio Esparza Guerrero, lo presento en dos partes, una cada lunes, dice así:
“PARTICIPACION DE CHINICUILA EN LOS DIVERSOS MOVIMIENTOS ARMADOS DEL PAIS.
Timbres de orgullo han sido para nuestro pueblo su patrimonio y liberalismo, demostrados cada vez que la ocasión se presenta. Cuando México ha necesitado defender su soberanía, su libertad y postulados, Chinicuila ha pasado siempre lista de presente.
Durante la guerra de Independencia Nacional, prácticamente no existía Chinicuila, pues fue en aquella época cuando vinieron los primeros pobladores. En las luchas intestinas que siguieron a la emancipación nacional y en la guerra de intervención norteamericana, tampoco pudo participar nuestra región, pues Chinicuila estaba en formación.
En cambio, en la guerra contra el llamado Imperio de Maximiliano, sí pudo prestar su contingente que consistió en un grupo de valerosos chinicuilenses montados y armados que contribuyeron a derrotar y exterminar a una de las más tenaces y temibles contraguerrilla francesa que venía operando en la región comprendida entre los Estados de Colima, Michoacán y Jalisco.
Era el año de 1866 cuando el valiente pero cruel jefe francés Berthelín (nuestras gentes todavía lo pronuncian “Bertelán”) perseguía con saña a la guerrilla mexicana mandada por el General Don julio García. Cierto día: Berthelín salió del rumbo de Colima con dirección al ahora pueblo de Trojes, Mich., para continuar a Coalcomán, punto donde sabía se encontraba el General García, quien informado del movimiento francés procedió rápidamente a llamar a sus hombres y, organizados que los tuvo, partió hacía Trojes. Berthelín aún no llegaba al punto llamado El Naranjo, Jal., lo que aprovechó el astuto don Julio para mandar a un señor Muñiz a que, con otros vecinos de confianza de dicho lugar, organizara por la noche un baile y distribuyese vino en abundancia a fin de que al llegar allí los franceses se entretuvieran y se les soltara la versión de que don Julio todavía estaba en Coalcomán.
Lo anterior sucedía al fenecer el día 9 de noviembre de 1866. El taimado Berthelín tragó el anzuelo; pues aunque no permitió que su tropa se emborrachara, sí optó por pasar aquella noche en El Naranjo para madrugar al día siguiente. Esto dió tiempo al General García para preparar una emboscada muy cerca de la ranchería El Guayabo, próximo a Trojes.”
Continuará el próximo lunes…