Libros de ayer y hoy / Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
En el caso de la instalación de boyas en la parte mexicana del Río Bravo que no ha sido totalmente explicada, si bien puede haber una penetración que el propio presidente Joe Biden considera ataque a la soberanía de México, si se analiza bien puede ser una invasión. Y lo decimos, aunque sea un acto reducido a un entorno, porque el gobierno de Texas tuvo que usar parte de su cuerpo armado que lo apoyara y no es remoto que pendientes también hayan intervenido fuerzas federales del ejército.
La instalación de las boyas, en cuyas imágenes se ven solo los trabajadores, tiene como fin delimitar una parte de un país vecino, con mecanismos protectores que en sí mismos son peligrosos. Ya se habla de la muerte de dos migrantes, si bien hay quien dice que uno de ellos murió lejos y lo arrastró la corriente.
Hasta este momento, México ha exigido la eliminación de las boyas, que singularmente está la gran mayoría en aguas mexicanas, el 304.8 en longitud de metros, contra el 32.9 en aguas estadounidenses. O sea que los texanos creyeron que todavía pertenecían a México antes de que Texas fuera robada y pian pianito metieron las boyas sin que, al parecer, ojo, no nos diéramos cuenta.
PONEN LAS BOYAS EN NUESTRAS AGUAS, CUANDO EL PROBLEMA ES SUYO
Las sesudas teorías que definen la invasión como algo más fuerte que una simple penetración fronteriza, le dan característica guerrera y hasta dan ejemplos que nos llevan a los griegos, a los romanos y a la propia China. Pero cuando existe una federación en un país y uno de sus estados toma la iniciativa de declarar prácticamente la guerra con sus acciones, todo el país del que penetra está involucrado.
Lo vemos en el reconocimiento de Biden y la investigación que está haciendo para juzgar al gobierno texano en un acto de violación de soberanía sobre el cual como suele a veces suceder, la ONU no se ha dado cuenta.
Greg Abbott se metió como en el famoso dicho en este caso como Pedro por su rio, que aunque en parte le pertenece, hay una parte muy definida que es de México y atraviesa varias ciudades mexicanas.
Hay una violación al pacto federal estadounidense lo confirma Biden, pero también a las leyes de aguas mexicanas y al propio T- MEC porque una parte estatal del pacto federal está enfrentado a uno de los contratantes, de la peor manera: invadiendo su soberanía.
ESTADOS UNIDOS PENETRA EN FORMA PERMANENTE EN MÉXICO
El vecino país que nos invadió violentamente en el siglo XIX, encontró una mejor forma de hacerlo a través de los tratados comerciales y al momento su penetración es alta y permanente al grado que el propio gobierno del sexenio pasado ya había dispuesto crear en México un país bilingüe con el inglés, como ya lo hemos señalado. Pero esa penetración sigue siendo constante en la frontera y hay quienes mencionan el caso de las maquiladoras que se instalan por buena parte de la frontera y otro caso, con adquisiciones directas en playas y también en fronteras.
Hay leyes una de ellas promovida por el sonorense Manlio Fabio Beltrones, muy calladito en este momento de avatar del PRI, para legalizar terrenos playeros, que los propios principios internacionales no aconsejan otorgar a propiedad extranjera.
Si se hiciera una investigación a fondo a lo largo de los 3, 152 kilómetros que tenemos de frontera, descubriríamos que en algunas partes, el país vecino extiende su dominio en tierras mexicanas.
De hecho en aguas se ha descubierto ese apropiamiento.
En el caso de la instalación de las boyas si es importante aclarar cómo es que se estuvieron colocando y no hubo repulsa a tiempo. Más cuando en esa línea divisoria había un cruce constante de migrantes.
EL CASO DE LAS BOYAS Y OTROS, PUDIERON TENER APOYO FEDERAL
El problema de los migrantes y otros casos fronterizos levantan la inquina contra México como lo vimos en el gobierno de Trump.
La decisión de Greg Abbott de colocar las boyas pudo tener un apoyo general del Partido Republicano y no es remoto que el propio gobierno demócrata se hiciera de la vista gorda y ahora acusa.
La colocación no fue tan rápida y pudieron conocerla.
En su libro La Cía sin máscara (Editorial Progreso 1988), el periodista soviético Fiódor Serguéiev ya sostenía que el gobierno federal estadounidense utilizaba a la CIA para descargar sus propios hechos y condenar sus propios fracasos.
Entre muchos ejemplos mencionaba el caso de John F. Kennedy indignado por su fracaso en la invasión a Cuba, que dijo que como le gustaría tener enfrente a la CIA para hacerla pedacitos.
Hay una política maleable en relación a México, a la que le dan vueltas, pero siempre terminamos perdiendo.
El descaro de colocar las mentadas boyas en nuestras aguas cuando el problema es de ellos, ya demuestra que no es posible confiar en gobiernos de Estados Unidos de cualquier nivel que sean.