Armando Mart+inez de la Rosa
COLIMA, Col., 28 de septiembre de 2022.- Una tradición de al menos 300 años ha vuelto a Villa de Álvarez: el Festival de la Empanada. Arraigada en Colima y Villa de Álvarez, retornó desde este domingo, al jardín principal de la Villa, luego de 2 años suspendida por la pandemia.
Con el inicio del novenario a San Francisco de Asís, ayer, domingo, se inició en Villa de Álvarez el Festival de la Empanada en el jardín Independencia, que dejará una derrama económica de unos 5 millones de pesos.
El Ayuntamiento, mediante la Dirección de Turismo, informó que en esta festividad se tiene confirmada la participación de 20 panaderías del municipio, cuatro de Colima y una de Comala.
Hasta ayer, domingo, 48 puestos han sido solicitados para la venta de empanadas: Se calcula que serán 70 en los próximos días.
Unos 5 mil visitantes al Festival de la Empanada de Villa de Álvarez dejarán una derrama económica de 5 millones de pesos, tanto por la compra de los emblemáticos panes como por el consumo en restaurantes y cenadurías del centro de la ciudad, venta de artesanías, cañas y postres, entre otros.
El Festival de la Empanada de Villa de Álvarez, que recibirá a los visitantes del 25 de septiembre al 4 de octubre en horario de 8 de la mañana a 10 de la noche, ha regresado en 2022 al jardín Independencia luego de 2 años de no efectuarse en la plaza principal por la pandemia de Covid-19.
300 años de tradición: el origen
Aunque no hay documentos que den certeza el origen de la tradición de la fiesta de las empanadas en Villa de Álvarez, la narrativa oral de generación en generación la establece en el convento de los franciscanos que llegaron a evangelizar estas tierras.
Arribaron en 1554 y aparte de su labor evangélica y de asistencia a los necesitados, los humildes monjes hubieron de ingeniárselas para la alimentación, parte de la cual era el horneado de pan.
Y en los bautizos, las empanadas eran el bolo regalado por el padrino, eran parte de la fiesta. De ahí -según consenso de historiadores- proviene la frase tradicional colimense ¡padrino, mis empanadas!, que se usa el 4 de octubre de cada año, en la fiesta de San Francisco.
La historiadora Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, tras explicar el origen de la tradición que data de unos 300 años, indica:
“Las empanadas no son sólo nuestras, de Villa de Álvarez, son un plato tradicional de muchos países, cambiaran nombre, pero empanadas al fin: en Italia los panzerotti o los pastes horneados ingleses que llegaron a Pachuca, la pita del mediterráneo oriental o las empanadas de pescado en Veracruz; han ganado fama las argentinas, las gallegas y las chilenas, cuyo relleno es de carnes en general, pero las hay dulces, como las de Saltillo, de pan de pulque rellenas de piloncillo y nuez o cajeta de leche con nuez picada o piñones.
“La originalidad villalvarense está en el cuándo se preparan y cómo se piden, ya que según reza la tradición, sin fuente segura, pero aceptada en la oralidad histórica, se sabe que los monjes hicieron empanadas, con harina de trigo y las rellenaron con productos de la tierra aderezados con dulce y amor, las preparaban con lo que fueron teniendo a mano como la piña que llegó de Brasil o el coco de Filipinas, para llegar a las exquisitas empanadas de Villa de Álvarez, doradas por el horno y sonrosadas por el azúcar coloreada.
“Los franciscanos mezclaron cristianamente el bautizo con las empanadas, pues según la conseja, en la fiesta de santo patrono, el 4 de octubre, sacaban grandes cestas de empanadas que, según unos, eran regaladas después de la ceremonia bautismal; otros suponen que las compraban quienes apadrinaban, para regalaras al ahijado o ahijada, que muchas veces ya era mayorcito y pedía sus empanadas, lo mismo hacían los compadres; mas, como haya sido, es una sabrosa forma, de subrayar el pacto de compadrazgo”. (El Comentario. 7/octubre/2020)