Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
La exaltación del delito a través de la liberación de indiciados, o la publicidad mediática de hechos delictivos, es como dejar libre para otra comisión en el primer caso y en el segundo caso traer ante la opinión pública casos terribles que deberían de quedar en el olvido. Dejar libre a un tipo cuyas presunciones se agotan en pruebas reales, como el fiscal Uriel Carmona de Morelos y exonerar a un cómplice del saqueo del pasado sexenio como Emilio Lozoya, no es sino ratificar el desvío de lo que alguna vez fue el gestor de justicia, el Poder Judicial.
En este momento, el país está totalmente desprotegido. La venganza y el odio contra el ejecutivo se lleva por delante al pueblo de México porque el agravio finalmente es para él.
Dejar de cubrir la millonada que tenía que cubrir el cómplice de Peña Nieto, a quien lastima es a las grandes masas que fueron afectadas por ellos. Y en cuanto a la publicidad mediática de terribles asesinatos, como el de la llamada mataviejitas, Juana Barraza Samperio, exalta de nuevo delitos seriales que sirven como expansión a través de Netflix, pero vuelven a dejar los tristes sucesos como algo que no debió de ocurrir.
SAER ALERTÓ EN LA PESQUISA, EL CASO MEXICANO DE LAS MATAVIEJITAS
Cuando el escritor Juan José Saer situó lo medular de La pesquisa en un país deshumanizado y frívolo, lo hizo pensando tal vez, en el arquetipo de sociedades que han marginado a lo mejor de sus componentes para exaltar la corrupción, la impunidad y en general la miseria humana. En ese contexto son los miembros más desvalidos, ancianos, niños, enfermos, etcétera, los que quedan mas expuestos a la vulnerabilidad social.
Aquí en México hemos tenidos muchos casos, pero fue el de las mataviejitas, el que puso en evidencia la desprotección en la que se encontraba el sector de la tercera edad. Cuando se produjeron aquellos terribles hechos en los años del 2002 al 2006, aunque hay quienes los remontan a 1998, con la cruel asesina mencionada como protagonista, ya Saer había publicado La pesquisa (Registrada por primera vez en 1994, editada en 1998 por Editorial Planeta Mexicana S. A. de C.V). Se trata de la muerte de ancianas solitarias por un asesino serial, en una ciudad que se consume por la euforia navideña, en la trivialidad y la corrupción policíaca.
Saer, escritor argentino que vivió buena parte de su vida en París donde murió en 2005, es uno de los grandes escritores que fueron excluidos del famoso boom latinoamericano, pero que ahora es reivindicado por sus muchas obras.
LA SOCIEDAD ES LA QUE CREA A LOS MÁS TERRIBLES VIOLADORES DE LA LEY
En el libro mencionado Saer crea el hito del inspector sospechoso (¿o fiscal?), marcado por el verdadero asesino que le pone una trampa y que de paso coloca en el centro de la novela la duda de quién mata realmente en una sociedad.
¿Fue Juana la única asesina de las ancianas solitarias que cayeron en sus manos en México o fue impelida por una sociedad deshumanizada, absurda que había perdido la sensibilidad ante la muerte diaria?
A la mataviejitas la atrapa un ciudadano común en el acontecer diario en el que los pesquisantes tienen que ser otros y no siempre las autoridades responsables.
Así, entre esos otros, muchos periodistas son asesinados porque asumen la función investigadora ya que los verdaderos responsables no la realizan por complicidad, impericia o flojera.
En La pesquisa, el lector descubre que el caso del asesino serial no es sino una historia inventada por el detective de Saer, Pichón Garay, para poner a prueba a sus amigos con los que festeja en una tarde de farra. Festejo que por desgracia no se dio en México porque aquí el hecho fue real. Tan real como esos que han salido beneficiados ahora, por el Poder Judicial.