COAHUAYANA, Mich., 20 de octubre de 2024.- Este domingo al mediodía, personal del Ejército Mexicano especialista en desactivación de explosivos, procedió a detonar las minas terrestres encontradas en el camino canalero que va a la presa derivadora Callejones, en los límites de Michoacán y Colima, las cuales se presume fueron colocadas por el grupo de civiles armados que recientemente intentaron incursionar en Coahuayana.
Se dio a conocer que los militares de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, encontraron tres minas terrestres en el camino del canal de riego principal que viene de la presa derivadora Callejones, mismas que tras una evaluación se decidió detonarlas en el lugar donde estaban, ya que según se dijo, presumiblemente eran hechizas y representaban un gran riesgo de explotar si se les manipulaba para desactivarlas.
De esta manera, con la mina terrestre que explotó al pisarla un vehículo de la policía comunitaria, más las tres explotadas por la Sedena, en total fueron cuatro los artefactos colocados por el grupo de civiles armados que recientemente intentó incursionar a Coahuayana.
El saldo de estas explosiones de minas terrestres, fue de una camioneta de la policía comunitaria dañada, cuatro policías comunitarios con lesiones que no ameritaron hospitalización, afectación del canal principal del Módulo de Riego Coahuayana y deterioros en el camino que va de El Camalote a la presa derivadora Callejones y a la localidad de Salsipuedes.
CONTEXTOS
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, ONU, hay dos tipos de minas terrestres: las minas antipersonal y las minas antivehículo.
Las minas antipersonal están prohibidas según la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción (la Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal), adoptada en 1997. Más de 150 países se han unido a este tratado.
La ONU ha pedido a todos los países que regulen también el empleo de las minas terrestres antivehículo. Además de causar muchas bajas de civiles, restringen el movimiento de personas y de ayuda humanitaria, convierten las tierras en no aptas para el cultivo y niegan a los ciudadanos el acceso al agua, a los alimentos, a los cuidados y al comercio.
En el mundo, en países que no están en guerra, el uso de minas terrestres es considerado terrorismo, definido este por la ONU como “actos delictivos concebidos o planeados para provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de personas o en determinadas personas que son injustificables en todas las circunstancias, cualesquiera que sean las consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de cualquier otra índole que se hagan valer para justificarlos”.